Así os quiero, tal como sois,
mujeres como violines y leopardas,
tiernas y feroces, a veces de hierro
y a veces de diamante forjadas,
rojísimamente azules,
siempre rebeldes,
siempre intensas,
siempre guerreras,
pero si no os alcanza la sangre al alma,
también os quiero.
Si os falta la llave de vuestra estrella,
también os quiero.
Si bebéis sin pausa el vino del miedo,
también os quiero.
Si no valéis para martillo, si teméis
a
la lluvia, si acusáis tristeza perenne,
si sois calladas y cobardes,
también os quiero.